A este modelo responde la trayectoria de un grupo que, a mediados de los 70, inventó un "sonido seco y directo", sin florituras ni pretensiones, que se ha convertido en patrón del rock duro. ¿Heavy metal? Para los hermanos Angus y Malcolm Young, núcleo original de la banda, la etiqueta chirría. Su noción del rock fue, desde sus inicios, tan primaria que la revista Rolling Stone australiana les calificó como "el grupo punk más grande de Melbourne" y en los carteles de su debut británico eran "la extravagancia punk de las antípodas". Hoy, estos calificativos sorprenden, pero la vieja guardia del rock duro los observó con recelo: Robert Plant, de Led Zeppelin, les vetó en el festival de Knebworth (1979) por "poco originales".
Hágase el rock and roll cumple con su enunciado y no ofrece disecciones filosóficas, sino un relato llano cuyos protagonistas acumulan estereotipos rockeros: extracción obrera (la familia Young emigró de Escocia en 1963), gustos sencillos y cierta aversión hacia la prensa. Según Engleheart y Durieux, de las entrevistas con AC/DC no se suele sacar nada en claro: respuestas opacas y entrevistadores que "rara vez dan en el clavo". Este es uno de esos grupos que se define más por los hechos que por sus opiniones.
Los años de Bon Scott ocupan el grueso del libro. A mediados de los 70, el rock vivía una crisis de valores, y AC/DC tiró de blues y rock´n´roll con un punto de disparate glam. Salían al escenario con atuendos extravagantes y, antes de adoptar el traje de escolar, Angus Young actuó disfrazado de gorila, o El Zorro.